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Channel: Almoradí 1829
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La noche de los muertos en Almoradí

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Con el último toque de las campanas, mi abuela se echaba la capelina negra de lana encima y se miraba al espejo, para salir en dirección a la Iglesia. Siempre, desde que ella recuerda, lo había hecho así; aunque ahora las piernas ya no corrían tanto, y la distancia se hacía más larga, por lo que al llegar a la parroquia ya se tenía rezado el Rosario e iba de vencida el oficio de difuntos.

No hace tantos años que el templo se decoraba severamente para la fúnebre solemnidad; paños enlutados se colocaban en las columnas
y en las balaustradas; y en medio de la nave, se montaba un enorme catafalco a modo de sepulcro también recubierto de tela negra. 
El párroco, hisopo en mano,  rociaba con agua bendita todo aquel fúnebre túmulo, que siempre mojaba a los más próximos.
Después tocaba el sermón sobre la vida de ultratumba y los ejemplos de terroríficas apariciones.

Al concluir, sin esperar más, una procesión se dirigía, como ha sido costumbre desde siglos, hasta el camposanto situado entonces a la salida del camino de Algorfa.
Delante la cruz parroquial; detrás el pendón de las ánimas, y tras el clero engalanado y  paso mesurado y solemne, la multitud devota apretando rosarios y portando cirios…
Al llegar al cementerio la comitiva se dispersaba, buscando cada uno el lugar donde reposan sus huesos queridos, mientras el clero salmodiaba reposadamente los versículos del De Profundis*.
Eran días en los que daba gusto ver tanta limpieza; donde la olor de crisantemos llegaba hasta el pueblo; eran fechas en las que se notaba la diferencia del rico con el pobre: tumbas con lápidas de mármol y coronas de flores, frente a nichos de ladrillo y fosas en el suelo cubiertas de grama.

En acabar la ceremonia, la procesión volvía al pueblo, y con más miedo que otra cosa, cada uno se encerraba en su casa.  Tocaba encender la lumbre y las pequeñas velas en recuerdo de las Ánimas, poner en la mesa la calabaza asada y rociar con arrope las gachas.  
Alrededor de la mesa se recordaba a los difuntos, pero también se contaban historias de aparecidos, siniestros cuentos de aquellos que buscaban perdón o venganza.
Era, la noche de difuntos**.



*Salmo penitencial que suele usarse en la liturgia de difuntos

**La noche de difuntos se celebraba la noche del 1 al 2 de noviembre, aunque actualmente las actividades más seculares de esta noche parecen ir derivando a la noche anterior, que es la festividad que corresponde a Halloween.

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