![]() |
En pleno número por el cable que unía la torre de la Iglesia con el inicio de la calle San Emigdio |
Debía ser a principios de los sesenta cuando llegó a nuestro pueblo un acontecimiento único, “el mayor del mundo” según rezaban sus carteles publicitarios:
Los funambulistas BORDINI.
Desafiaban la ley de la gravedad realizando arriesgadas piruetas por un cable instalado desde la torre de la Iglesia hasta el inicio de calle San Emigdio y, sin ninguna protección, recorriendo esa distancia andando y también en moto sin cubiertas.
El espectáculo fue gratuito, pero la costumbre era que el público colaborase con la voluntad, para reconocer aventura tan osada, como la de un cuerpo humano deslizándose por el cielo sobre un cable de 15 milímetros de grosor sin ninguna red de seguridad, o dar varias vueltas en el aire con su moto.
¿Podía haber algo más increíble?
¿Podía haber algo más increíble?